Encuentro cartas de Dios tiradas por la calle y su firma en cada una, y las dejo donde están porque sé que dondequiera que vaya otras llegarán puntualmente.
(Walt Whitman)
 
 
 

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Enciclopedia teológica

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El Evangelio según Jesucristo o el miedo a leer Saramago
José Manuel Pena

Para muchos católicos el nombre del portugués José Saramago, es el de un escritor envuelto en la polémica que ha pretendido emular a DIOS al escribir el quinto evangelio.

El Evangelio según Jesucristo se une a los firmados por Juan, mateo, marcos y Lucas. Y aquí radica lo novedoso de una ficción que entra en el siempre peligroso campo de lo doctrinal; sobre todo cuando lo doctrinal entra en ese apartado de conocimientos que suelen ponerse por delante cuando se trata de revisar. No resulta fácil para determinados sectores entablar un diálogo sobre una obra literaria que se instala en las posibles dudas y reflexiones de un hombre inmerso en una realidad social y material que le tocó vivir en su tiempo. La pretensión de Saramago de caminar del por el lado más oscuro de la vida de un hombre llamado Jesús, hijo de José y María es el esfuerzo de contar con el hombre, que antes de ser entronizado Dios, fue una persona que vivió, comió, durmió, amó y murió como un hombre.

Podemos decir que la vida que Saramago inventa para Jesús suena más humana, más real, al rehuir de la mística y de la epopeya: ...A ver, di, Tú eres Dios, y Dios no puede sino responder con verdad a cualquier pregunta que se le haga, y, siendo Dios, conocer todo el tiempo pasado, la vida de hoy y todo el tiempo futuro... Dime como será el futuro después de mi muerte, qué habrá en él que no habría si yo no hubiera aceptado sacrificarme a tu insatisfacción, a ese deseo de reinar sobre más gente y más países. Colocarnos ante el hombre que es capaz de discutir con Dios, al que le pide que le diga si su muerte va a servir para algo, si el mundo será mejor, si se acabarán las injusticias, las muertes, el dolor..., llega a resultar más real que la imagen de aquel que se deja morir dentro de la dramaturgia, más cercana a las tragedias griegas que a la de un modesto y sencillo hombre de Nazaret. La pregunta que busca responder Saramago, es la misma que vienen haciéndose innumerables hombres y mujeres, desde los movimientos de contestación medievales, pasando por librepensadores del XVIII, o los más recientes como Bertrand Russell, al teólogo alemán Hans Küng, que abiertamente se preguntan a partir del trazo de dolor y muerte dejado en la construcción del cristianismo y que tan inquietante aparece en una parte de la novela, en la que Jesús, lleno de miedo, pide romper su contrato con Dios, para volver a sus humildes ocupaciones, al lado de María de Magdala. El escritor confirma la respuesta que está presente en la historia, que no es otra que recordar las muertes que tuvieron lugar después de la de Jesús: ...esos fueron lanzados a la hoguera por creer en ti, los otros lo serán por dudar.

El Evangelio según Jesucristo es una invitación a aparcar las interpretaciones presididas por los dogmas y la parte irracional que se encuentra en todas las religiones; es un esfuerzo por convertir los viejos relatos hechos doctrinas en meros “textos”, abiertos a la forma narrativa de los testigos o narradores de una sociedad donde predominaba el relato oral (la educación tardó muchos siglos en ser obligatoria). ¿Por qué dudar de Mateo, o de Marcos y Lucas si ellos no ubicaron a María, la madre de Jesús en Gólgota o Calavera, como así lo hizo Juan?, ¿o por qué quedarnos con esa imagen de Jesús colérica hacia aquellos que no le escuchan?, ¿ o por qué repetir esos comentarios del hombre que se dirige a una madre, diciéndole mujer qué nos va a mí y a ti (Juan 2,4)?

Poco valor tienen los textos inmóviles, que se hacen fetiche y objetos de cultos acríticos. En mi condición de “viejo marxista” he tenido que hacer frente a la necesidad de revisar unos textos hechos doctrinas, que hacían que lo escrito por uno de los grandes pensadores de la historia, Carlos Marx, fuera considerado verdad inamovible por los guardianes de las esencias. Cualquier revisión, por pequeña que fuera, podía llegar a ser en manos de los ortodoxos, motivo de persecución y de expulsión de la patria proletaria. Lo dicho por Marx y otras corrientes tiene la obligación de ser contexualizado para que lo pronunciado en un momento guarde relación cronológica que impida el anacronismo.

Y esto es lo pretendido por ese humanista que es Saramago, con ese libro que tanta polémica ha traído al campo del pensamiento católico. En Portugal, su libro fue prohibido por el ministro de cultura; la polémica dividió al país entero. Una novela con pretensiones literarias acabó convirtiéndose en un nuevo frente de intransigencias, entre los que se creen con el derecho de poder reflexionar sobre cuestiones que no solo atañen a los integrantes de una Iglesia, sino como dice Saramago en su libro Cuadernos de Lanzarote, la responder a una carta de unos lectores franceses: no soy creyente, estoy fuera de la Iglesia, pero no del mundo que la Iglesia configuró. ¿Por qué el miedo a leer un libro de Saramago? Seguramente la respuesta está en ese miedo ancestral a no querer responder a determinadas preguntas que sí tiene respuesta.

BIBLIOGRAFÍA:
SARAMAGO, J. El evangelio según Jesucristo, Alfaguara, Madrid 1992

 
 
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